La cerveza artesanal conquista los paladares latinos


Un emprendedor alemán se ha convertido en pocos años en el maestro de la cerveza en Chile. Con un producto artesanal que ha cosechado premios internacionales, lidera el boom del consumo de cerveza en el sur del mundo.
Hace diez años, en Chile se tomaban sólo 26 litros de cerveza per capita al año. Una cifra insignificante, comparada con los 45 de Argentina, los 75 de Venezuela, 120 de Alemania o los 200 de Irlanda y República Checa. Un joven alemán de Berlín apostó a que el mercado tenía que crecer: “¡No pueden tomar menos!”, se dijo. Tenía razón.
Asbjorn Gerlach dejó su patria por amor, “siguiendo a una chilenita”, y decidido a ejercer su oficio de maestro cervecero. Los comienzos no fueron fáciles. Trabajó para una compañía y tras el cierre del local a su cargo, siguió haciendo cerveza artesanal en forma independiente en una planta que arrendaba, y vendiéndola en bares de Santiago. Allí la descubrió un cliente con buen paladar y ojo para los negocios. Se asociaron y así nació la cerveza Kross en 2003. Desde hace cinco años tienen su planta propia en Curacaví, en las afueras de Santiago.
Gerlach apostó al segmento de las llamadas cervezas premium: elaboración artesanal, alta calidad y sabores más exclusivos o diferentes a la tradicional cerveza rubia industrial.  A pesar de ser más caras, las ventas se dispararon. Los críticos alabaron su trabajo y las medallas internacionales comenzaron a llegar. Este año un gigante del rubro, la empresa vitivinícola Concha y Toro, se asoció con Kross.
En el mes de la cerveza y el Oktoberfest, conversamos con Asbjorn Gerlach sobre paladares, calidad y mercado cervecero en Alemania y Latinoamérica.
¿Pensaste alguna vez en el éxito que alcanzaría Kross?
Honestamente, nunca tanto. Siempre soñamos en grande, pero esto nos sorprendió a todos, ha sido explosivo. Cuando llegué sólo quería trabajar en lo mío y la industria no estaba muy desarrollada. Este mes Kross cumple 8 años, pero empezó en serio recién hace cinco, desde que tenemos una planta propia.
¿Por qué optaste por el segmento de las cervezas premium?
Personalmente a mí no me gusta la cerveza masiva o industrial. No tiene carácter, es aburrida y su fin es producir la mayor cantidad posible al menor precio. Y eso no tiene que ver con el lado artístico, con la personalidad única que puede tener una cerveza. Además, competir con la industria es imposible, ser uno más de la manada y además chico...
¿Cómo era el mercado de la cerveza en Chile cuando comenzaste?
Era bastante insípido y con poca variedad y eso lo vimos como una gran oportunidad. Hace unos años hubo un boom de la cerveza en Estados Unidos y pensamos que tarde o temprano eso iba a pasar aquí. El año 2000 el consumo de cerveza per cápita anual en Chile era de apenas 26 litros. Pensamos: esto tiene que crecer, ¡no pueden tomar menos cerveza!  Hoy la cifra es de 36 litros. Cada año ha aumentado un litro por persona. La torta crece 16 millones de litros por año, pero la única cerveza que aumenta sus ventas es la importada y la premium.
¿Cuál fue la clave para conquistar Chile?
La gente está buscando sabores nuevos, se está sofisticando. Viajan, conocen más y ven que la cerveza rubia industrial no es la única. Lo mismo pasó hace 20 años con el vino, cuando sólo distinguían entre blanco o tinto, y hoy piden distintas cepas, de diferentes lugares. La gente se educa, pasa igual con el café, el té, los puros... y la cerveza.
¿Qué oportunidades ofrece el mercado de la cerveza en América Latina?
En general hay monopolios de las grandes industrias, pero se están abriendo y están apareciendo nuevas cervezas en paralelo. También hay mayor conciencia del medio ambiente y la gente prefiere apoyar lo que se produce en forma local. Todavía hay mucho espacio para el crecimiento.
¿Cuáles han sido los premios más importantes para ti?
Las primeras medallas que obtuvimos en 2007, luego la primera medalla de oro con la Kross 5 en Estados Unidos y, este año, la medalla de plata en Inglaterra con una cerveza de estilo inglés, que muestra que tenemos la misma calidad que la cervecería de allá. Es como si en fútbol el “Atlético Curacaví” empatara con el Manchester United.
¿Cómo nace cada tipo de cerveza, buscas darle el gusto al consumidor?
Hay una línea clásica que nosotros interpretamos. Vemos de dónde proviene una determinada cerveza, quién, dónde y cuándo la creó, con qué ingredientes y tratamos de conseguir la materia prima más parecida, en Europa. Después lo interpretamos “a la chilena”.  Y también hay una línea experimental en que sacamos cervezas en cantidad limitada y tenemos libertad para hacer lo que nos gusta. Una de éstas ganó la medalla de plata en Inglaterra. Queremos empujar las fronteras, siempre sacar cosas nuevas y ser líderes en sembrar un poco más de cultura.
¿Cómo ves este mercado a futuro?
Siempre vemos el ejemplo exitoso de Estados Unidos, donde los microcerveceros alcanzan hoy el 5% del mercado, con más de 1200 cervecerías. Aquí representamos el 0,5%. Quizás en cinco años podríamos ser el 2%. Para eso, tenemos que buscar calidad. En Chile no existe la carrera de cervecero, no hay cursos profesionales. Hoy no toda la cerveza artesanal es buena y el consumidor está un poco confundido.
¿En qué se diferencia el consumidor alemán del latino?
Los momentos de consumo son distintos. En Alemania se toma todo el día y el consumo es más aceptado, no se ve como una bebida alcohólica. Hay una gran industria y buena calidad, por eso también se toma más. Acá, en cambio, toman  después del trabajo o el fin de semana, por eso el consumo es más bajo. Pero ahora en Chile están tomando cada día más y mejor.
¿Y por qué eligen cervezas premium?
Tiene que ver con el momento en que está la persona, que con mayores ingresos busca algo mejor. Es un tema aspiracional: me merezco una mejor cerveza y puedo comprarla. La cerveza es el trago del pueblo, pero tomarse una buena cerveza no es para lucirse, sino para darse el gusto.


Fuente:
http://vidayestilo.terra.com