Sexo y alcohol, mala mezcla




El alcohol no es un buen amigo del sexo. Está lejos de ser un poderoso afrodisíaco, como se ha creído durante años. No se trata más que de un mito completamente falso. Aunque estimulante, el abuso del alcohol no favorece el perfecto disfrute y placer sexual. Incluso puede jugarte en contra, su abuso produce problemas graves de impotencia y hasta pérdida de la menstruación.
El placer en jaque
El abuso del alcohol no favorece el placer sexual. Bien al contrario, al no tener el control absoluto mental y físico, impide un correcto y saludable coito, favorece la agresividad y todo tipo de enfermedades. Entre ellas, dolencias graves de impotencia y disminución de las facultades sensuales y anímicas.
El alcohol, como los demás tóxicos, tales como el tabaco, marihuana o cocaína, y todo tipo de drogas, afecta mucho a la sexualidad. A nivel cerebral, actúa sobre el lóbulo frontal, alterando la capacidad de juicio y autocontrol.

Y modifica, en consecuencia, la percepción sensorial, los estímulos sexuales y la conducta del individuo. Un alcoholismo crónico produce polineuritis de los nervios periféricos y afecta al árbol vascular.

Naturalmente, es preciso distinguir entre una intoxicación etílica leve y otra crónica, mucho más grave. Clínicamente, se mide por la concentración de alcohol en la sangre, que puede ir desde mareos y molestias ligeras, hasta pérdida de la consciencia y un profundo estado de coma.

La relación dosis-efectos depende de cada individuo en cuestión, de las características del organismo, de las costumbres y de la calidad de vida. Hay personas que aguantan bastante ingestión de alcohol y otras que no lo toleran en absoluto.

Un potente desinhibidor

En general, su abuso desinhibe y dificulta el contacto social. Aunque en principio el alcohol ayuda a las personas tímidas y retraídas, tornándolas más abiertas y conversadoras, lo cierto es que las lesiones son bastante nocivas y acaban en depresiones profundas, dolencias digestivas y neurológicas.

El deseo sexual puede ser más activo, más proclive al "flirteo" o actitudes seductoras como mayores risas, caricias, etc. Pero el placer auténtico no se logra con ingestión masiva de alcohol y puede interferir en alcanzar el orgasmo.


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